jueves, 28 de noviembre de 2013

aferrada

se escondió entre sus brazos, se fue metiendo en sus axilas hasta que los vellos la cubrieron.
sus piernas formaron un remolino en aquel cuerpo masculino.
y sus largos dedos se prendieron en la cabellera dura de esa cabeza gigante.
y como garrapata vivió toda la semana.
todo se complicó cuando el corazón comenzó a marchitarse de tanto bombear sangre a las extremidades, que no dejaban de aferrarse a ese cuerpo masculino.
el cerebro estaba perdiendo líquido. algo no estaba bien.
el domingo su estómago rogó por un pedazo de pan, y ordenó a los miembros soltarse de aquella anatomia humana y caminar hasta la cocina en busca de comida. los dedos adormecidos sintieron un hormigueo cuando se soltaron de los pequeños rulos. las piernas sintieron la sangre en su interior cuando dejaron libre a las largas piernas masculinas.
con mucho esfuerzo llegó a la heladera, comió una manzana y tomó agua. el corazón florecia nuevamente, despacio y susurrando al cerebro que todo iba a estar bien.
cuando volvió a meterse en el cuerpo masculino, este ya se había ido lejos. entonces, se sentó al borde de la cama y lloró un poquito hasta dormirse en calma.