jueves, 24 de octubre de 2013

angry

Las cejas se fruncieron. Las comisuras de los labios se inclinaron hacia abajo. La mirada se volvió nebulosa. Las mejillas se tensionaron. Los oídos se agudizaron. El corazón comenzó a latir con más fuerza. La respiración se profundizó. La boca mordiendo la nada. Llegó a la conclusión: estaba enojada.
Enojada por haberse comido el resto de pan. Enojada porque no conseguía levantarse del sillón. Enojada porque nadie le proporcionaba un abrazo. Enojada porque los libros quedaron vacíos y su cuenta bancaria también. Enojada porque no podía dormir sin soñar con animales ensangrentados. Enojada porque los muebles no combinaban más. Enojada con sus pelos. Enojada con el tiempo.
Enojada consigo misma y con todos ellos. 
Ellos, que la dejaron de lado. Ellos, que no la comprendieron. Ellos, que dijeron una cosa e hicieron otra. Ellos, que no se animaron a la verdad. Ellos, que son ávaros. Ellos, que quieren el poder a costa de la muerte. Ellos, que no aman. 
Enojada con ellos. 
Enojada con ella.

Todo ese enojo...ahora transformado en lágrimas. Tal vez, así, el enojo se vaya de su cuerpo.

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