Ya no está.
Un día dejó de estar.
Nadie supo bien porqué.
Simplemente, no vino más.
No escribió más.
No llamó más.
Desapareció.
Si lo piensa fuerte, aparece fugazmente, como un fantasma,
y vuelve a desaparecer.
No responde los correos.
No responde los mensajes.
Ya no está, y nadie sabe porque se fue.
Lo único que quedó es un recuerdo del fantasma.
Instante sin voz.
Obscuro y enigmático.
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