lunes, 6 de febrero de 2012

En la cuerda

Glorioso día. Repetía una y otra vez. Había logrado caminar sobre la cuerda. Dos pasos al frente.
Fantástico día. El sol no descansó. Había dejado marcas de melanina en su piel blanca.
Fue corriendo hasta la heladería, se enfrió el cerebro por el profundo sorbo. Limón y dulce de leche.
Lindo día, las nubes blancas contrastaban el cielo. Algunos pájaros en el cable de tv. "Si tan sólo estuviera ahí" recordó. Ya no se acordaba bien las líneas de sus manos, el exacto color de sus ojos, si eran marrones miel o marrones tierra.
Glorioso día. Había logrado caminar sobre la cuerda floja. Dos pasos seguidos, después de tres intentos durante esa tarde. Pena que no estuviese allí y verla flotar en el aire.
Apenas podía distinguir su rostro en el mundarel de recuerdos y memoria. El helado terminó. Tal vez, resuelva volver caminando por el cordón cuneta; tal vez, esperará ver los pájaros desafiar la gravedad.
Si tan sólo estuviera allí. Decidió volver caminando por el césped, hasta su casa para recordar como era su rostro y el color de sus ojos marrones; tal vez ya haya terminado los deberes y acceda a jugar en la cuerda floja. Tal vez, se siente al lado de su amigo y tome su mano, como de costumbre.

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