domingo, 19 de febrero de 2012

unidos

Se fueron los dos, caminando, como si nunca hubieran escuchado el tumulto causado por las explosiones coloridas en el cielo azul marino.
Abrazados para protegerse de la inusual brisa fría de una noche de verano, mas disfrutando del roce de sus pieles. Doblaron una esquina, esquivaron unos hombres de la calle que descansaban bajo la luz de la luna, esta vez tan luminosa como el sol al atardecer. Al llegar a la cuadra que guarda tantas pisadas de ella, él no tuvo suficiente energía para que su pensamiento se torne en voz audible y decir  "Qué linda noche! y los fuegos artificiales! Me hacen recordar las fiestas que hacíamos en mi país". Llegaron al portón de su edificio. Buscando una excusa para tocar su rostro, él le acomoda los cabellos enredados por el viento. Sacó la llave de su cartera, la colocó suavemente y entorpecida en la cerradura. Su mirada gitana lo invitó a entrar. En el ascensor las miradas dispersas se encontraron haciendo explotar partículas del aires. Chispas de nueve pisos cegarían al próximo que se subiera al sube y baja.
Lentamente, él atrás, ella dirigiendo la entrada al hogar. Se tomaron de la mano en la que llevaban las alianzas, uno llevando al otro y viceversa. Un beso furtivo, les hizo recordar el día en que se conocieron, hace seis años. Alejaron sus labios y jugueteando, fueron a dormir sellando su unión cotidiana.

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