sábado, 22 de febrero de 2014

Mundos

Eran de diferentes dimensiones, de mundos distintos, de otras realidades. Ella dulce como el agua del río, él salado como el mar. Ella soñadora, él con los pies en la tierra. Ella bailaba, él dormía. Ella lo observaba en cada pliegue, él miraba por la ventana. Ella se pegaba a él, y él miraba la ventana. Ella quería alcanzarlo, él no.
Él la dejaba ir, pero ella no podía irse.
Sus mundos habían colisionado, el de ella quedó destruido, el de él quedó intacto. Y ese es el final de esta historia, sin principio, sin trama pero con final.
A veces el destino hace cosas sin sentido.

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