sábado, 28 de diciembre de 2013

Ojeras

Podía sentir un hueco en su pecho, como un agujero negro, que succionaba todo su cuerpo, invaginándola. Había estado toda la noche con los ojos abiertos y mojados de tanto pasado; y la inconstancia de sus sentimientos que la atormentaban.
Los gatos corrían y saltaban por encima de ella que reposaba en la cama con la mirada perdida y las manos agarradas a las sábanas como si estuviese a punto de caer de un abismo.
Quería poder sonreír, recordar lo divertido que era caminar descalza, pero su boca no se movía, sus pensamientos rondaban por el mismo lugar: qué pasó? cómo pasó?
Habían pasado cinco horas sin poder dormir, decidió leer un libro para conciliar el sueño y poder terminar sus trabajos retrasados al día siguiente. Fue en vano. El agujero de su corazón la seguía absorbiendo; las lágrimas, secándola por dentro.

De pronto, y sin pensarlo mucho, se despertó. Lavó su rostro, ahora insulso, y salió de la casa a hacer su rutina con las ojeras que pasaron a ser su principal característica.

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