miércoles, 19 de noviembre de 2014

No más esquinas

Hace unos meses estuvo en una esquinita, con la espalda fría y las manos vacías. De a poco se fue recuperando, las rodillas se extendieron y estiró los brazos como desperezándose. Ya no tiene los ojos cristalizados, ahora puede ver los rayos de sol entrando por la ventana.
Los libros fueron cambiando de autores, las zapatillas desgastándose. La panza se llenó de nuevos sabores y el pecho de nuevos abrazos.
Suele tardar, pero la calma llega, la claridad de las ideas, el perdón, la auto reconciliación llegan. Con el tiempo, uno vuelve a ser su propio amigo.
Pasaron algunos meses que se consumieron en lágrimas, tristezas; hoy comienzan a consumirse en sonrisas, inspiración, en una nostalgia futura y un presente viviente. La esquinita fue dejada en su lugar, ella salió a pasear.
Tiene todo lo que hoy necesita. A sí misma. 

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